Semana 73 / 120 Febrero de 2013
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Alba Hoyos Boteroalhobo2011@hotmail.com
Colaboradora
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Antonia Posada Sánchez
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BENEDICTO XVI DICE HOY NOS DICE ADIÓS…
LA MANO DE DIOS EN LA OSCURIDAD DEL MUNDO
Ciudad del
Vaticano, 28 de febrero de 2013.
Gracias por haber llevado conmigo en estos ocho
años el peso del ministerio petrino
Creer
significa poder “tocar la mano de Dios”. Sobre todo en el “silencio de la noche
oscura”, cuando parece que “el maligno quiere permanentemente ensuciar la
creación” con el sufrimiento, el mal, la corrupción, en la tentativa de
“contradecir a Dios” y “hacer irreconocible su verdad y su belleza”. Con esta
reflexión el Papa concluyó el sábado 23 febrero, por la mañana, los ejercicios
espirituales cuaresmales predicados por el cardenal Ravasi. Saludando a todos
los participantes, el Papa les dio las gracias por haber llevado con él en
estos ocho años, “con gran competencia, afecto, amor, fe, el peso del
ministerio petrino”.
CUANDO SE RENUNCIA PARA SERVIR
Por Valerio Gigliott | Ciudad del Vaticano, 28 de febrero de 2013.
Papel y significado de un acto extraordinario, el
más alto ejercicio de la función petrina en la abnegación personal por el bien
de la Iglesia
En
vista de los pocos casos presentados en la historia de renuncias al papado, a
partir del siglo XII el derecho y la teología se interrogan sobre la naturaleza
de un acto extraordinario con reflexiones diferentes según las diferentes épocas
históricas. Una decretal de Inocencio III indicaba las causas por las que un
obispo – incluso el Papa – le era permitido renunciar, pero la materia no fue
disciplinada con certeza por el derecho hasta 1294, año en que renunció el Papa
Celestino V, quien emanó una norma recuperada por su sucesor Bonifacio VIII (Quoniam
aliqui), introducida en el libro sexto (1298) y sustancialmente acogida por
el vigente Código de Derecho Canónico. El debate suscitado por la dimisión de
este Papa, la primera en la historia absolutamente voluntaria, implicó, además
de teólogos y juristas, también a los hombres de cultura comprometidos con la
poltítica, como Dante Alighieri, quien, en la composición de su célebre terceto
de la Comedia (Infierno III, 58-60) utiliza el termino bajeza en la óptica
jurídica y teológica de su tiempo como causa de inadecuación, rehabilitando así
la humildad del gesto de Celestino.
Una
teología del servicio y de la humildad: la renuncia al papado es, por tanto,
sí, un acontecimiento excepcional, pero absolutamente coherente con la acción
pastoral propia del ministerio petrino, dado que el Sumo Pontífice ejerce su
propia voluntad con un acto supremo de abnegación de sí por el bien de la
Iglesia. La naturaleza misma de la renuncia voluntaria al papado por motivos de
inadecuación, propia de la tradición canónica clásica, es el resultado más
coherente de humildad y servicio, siguiendo el modelo de Cristo mismo, al
que está llamado su vicario. El gesto de Benedicto XVI lo demuestra.
COMUNICADO DE LA SECRETARÍA DE ESTADO
Ciudad del
Vaticano, 28 de febrero de 2013
La
libertad del Colegio cardenalicio, al cual corresponde proveer, según norma del
derecho, a la elección del Romano Pontífice, siempre se ha defendido
incansablemente por la Santa Sede como garantía de una elección que se basara
en valoraciones orientadas únicamente al bien de la Iglesia.
En
el curso de los siglos los cardenales han tenido que afrontar múltiples formas
de presión ―ejercidas sobre los electores individualmente o sobre el Colegio
mismo― que tenían como fin condicionar sus decisiones, plegándolas a lógicas de
tipo político y mundano.
Mientras
que en el pasado fueron las denominadas potencias, o sea, los Estados, quienes
buscaban hacer valer el proprio condicionamiento en la elección del Papa, hoy
se intenta poner en juego el peso de la opinión pública, frecuentemente sobre
la base de valoraciones que no perciben el aspecto típicamente espiritual del
momento que la Iglesia está viviendo.
Es
deplorable que, con la aproximación del tiempo en que tendrá inicio el cónclave
y los cardenales electores deberán, en conciencia y ante Dios, expresar en
plena libertad su propia elección, se multiplique la difusión de noticias a
menudo no verificadas, o no verificables, o incluso falsas, hasta con grave
perjuicio de personas e instituciones.
En
estos momentos como nunca los católicos se concentran en lo que es esencial:
oran por el Papa Benedicto, oran para que el Espíritu Santo ilumine al Colegio
de cardenales, oran por el futuro Pontífice, confiados en que el destino de la
barca de Pedro está en las manos de Dios.
EDITORIALES
LA SABIDURÍA NUNCA ENVEJECE
Shimon Peres, Presidente de Israel
Estoy
disgustado por la decisión del Papa de renunciar al pontificado. Se trata de
una decisión original, porque él es un hombre original y valiente. Le considero
un líder espiritual extraordinario y único.
Creo
que la contribución de Benedicto XVI ha tenido un impacto importante. Es un
hombre de pensamiento profundo. El cuerpo puede envejecer, pero la sabiduría
nunca envejece.
Su
compromiso por la paz y la humanidad es auténtico. Tiene la sinceridad del verdadero
creyente, la sabiduría de quien comprende los cambios de la historia y la
conciencia de que, a pesar de las diferencias, no debemos convertirnos en
extraños o enemigos.
En
el ámbito de las relaciones entre la Iglesia católica y el pueblo judío, ha realizado
numerosos gestos. Ha afirmado que el pueblo judío no es responsable de la
muerte de Jesús; ha subrayado que los judíos son “nuestros hermanos mayores” y
ha dicho que Dios jamás ha abandonado al pueblo judío.
Ha
visitado Israel y el Templo mayor en Roma para expresar su amistad y su
solidaridad. En Israel le acompañé personalmente. Y fue amigable de un modo
excepcional y verdaderamente lleno de afecto. Oró por la paz en Oriente Medio,
justamente como hacemos otros y yo.
No
puede ser considerado como el líder administrativo del Vaticano, sino como la
guía espiritual, dotada de profundidad, conocimiento y sabiduría. Le considero
un amigo. Le deseo todo bien y permaneceré en contacto con él.
En
Jerusalén oraremos para que pueda recuperar la fuerza física y ofrecer su
propia sabiduría, profundidad y amistad a todos los pueblos, a todas las
religiones.
Le recordaremos con respeto y estima por todo lo que ha hecho.
Le recordaremos con respeto y estima por todo lo que ha hecho.
EL FUTURO DE DIOS
g.m.v.
Es
un acontecimiento sin precedentes, y consecuentemente ha dado enseguida la
vuelta al mundo: se trata de la renuncia de Benedicto XVI al papado. Como el
propio Pontífice ha anunciado con sencilla solemnidad a un grupo de cardenales,
desde la tarde del 28 de febrero la sede episcopal de Roma estará vacante e
inmediatamentee después se convocará el cónclave para elegir al sucesor del
apóstol Pedro. Así se especifica en el breve texto que el Papa ha redactado
directamente en latín y que ha leído en consistorio.
La
decisión del Pontífice se tomó hace muchos meses, tras el viaje a México y
Cuba, y con una reserva que nadie pudo romper, después de "haber examinado
ante Dios reiteradamente" la propia conciencia (conscientia mea iterum
atque iterum coram Deo explorata), a causa de la avanzada edad. Benedicto xvi
ha explicado, con la claridad propia de él, que ya no tiene fuerzas "para
ejercer adecuadamente" la enorme tarea que se pide a quien es elegido
"para gobernar la barca de Pedro y anunciar el Evangelio".
Por
esto, y sólo por esto, el Romano Pontífice, "muy consciente de la seriedad
de este acto, con plena libertad" (bene conscius ponderis huius actus
plena libertate) renuncia al ministerio de obispo de Roma que le fue
encomendado el 19 de abril de 2005. Y las palabras que Benedicto XVI ha elegido
indican de modo transparente el respeto de las condiciones previstas por el
derecho canónico para la dimisión de un encargo sin igual en el mundo dado su
peso real y la importancia espiritual.
Es
de sobra sabido que el cardenal Ratzinger no buscó de modo alguno la elección
al pontificado, una de las más rápidas de la historia, y que la aceptó con la
sencillez propia de quien verdaderamente confía su vida a Dios. Por ello
Benedicto XVI nunca se ha sentido solo, en una relación auténtica y cotidiana
con quien amorosamente gobierna la vida de cada ser humano y en la realidad de
la comunión de los santos, sostenido por el amor y por el trabajo (amore et
labore) de los colaboradores, y apoyado por la oración y por la simpatía de
muchísimas personas, creyentes y no creyentes.
En
esta luz hay que leer también la renuncia al pontificado, libre y sobre todo
confiada en la providencia de Dios. Benedicto XVI sabe bien que el servicio
papal, "por su naturaleza espiritual", debe ser llevado a cabo
también "sufriendo y rezando", pero subraya que "en el mundo de
hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran
relieve para la vida de la fe", para un Papa "es necesario también el
vigor tanto del cuerpo como del espíritu", vigor que en él naturalmente va
disminuyendo.
En
las palabras dirigidas a los cardenales, primero sorprendidos y después
conmovidos, y con su decisión sin precedentes históricos comparables, Benedicto
XVI demuestra una lucidez y una humildad que es ante todo, como explicó una
vez, adhesión a la realidad, a la tierra (humus). Así, al no sentirse ya capaz
de "ejercer bien" el ministerio que se le ha encomendado, ha
anunciado su renuncia. Con una decisión humana y espiritualmente ejemplar, en
la madurez plena de un pontificado que, desde su inicio y durante casi ocho
años, día tras día, no ha dejado de sorprender y dejará una huella profunda en
la historia. Esa historia que el Papa lee con confianza en el signo del futuro
de Dios.
Damos las gracias a Benedicto XVI le decimos adiós
Oremos al Espíritu Santo para que llene a los cardenales de
humildad, sabiduría y al elegir recuerden
las enseñanzas de Jesús
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